En la época clásica, tanto los griegos como los romanos usaban el toronjil para aliviar la ansiedad y tratar las mordeduras de serpientes. Los árabes también lo usaban para fortalecer el corazón. Shakespeare sabía que el toronjil tenía propiedades curativas. En Las alegres comadres de Windsor, se refirió a ella como una hierba para esparcir, algo que arrojarías al suelo antes de una fiesta para que el aroma alegrara más a los invitados.
La Doctrina de las Firmas, una forma medieval de tratar las enfermedades con hierbas, sostiene que la apariencia de una planta revela sus propiedades curativas. Se creía que el toronjil, con sus hojas en forma de corazón, ayudaba a la salud del corazón. ¡Sorprendentemente, la investigación actual demuestra que esto es cierto!