La Pascua está determinada por el equinoccio de primavera a través de un complejo conjunto de reglas que fueron establecidas por el Concilio de Nicea en el año 325 d.C. De acuerdo con estas reglas, la Pascua se celebra el primer domingo siguiente a la primera luna llena que se produce después del equinoccio vernal (primavera).
Si la primera luna llena que sigue al equinoccio vernal cae en domingo, entonces la Pascua se celebra el domingo siguiente. Si la primera luna llena cae en domingo, y ese domingo es también el equinoccio vernal, entonces la Pascua se celebra ese mismo domingo.
La determinación de la fecha de Pascua se basa en una combinación de calendarios solares y lunares, lo que la hace algo compleja. Sin embargo, el principio básico es que la Pascua se celebra el primer domingo siguiente a la primera luna llena después del equinoccio vernal.